como fue el comienzo

Lavadoras y Secadoras de Ropa

Una de las motivaciones del ser humano para inventar cosas, es la de solucionar y/o facilitar las tareas domésticas y de la producción.

Las tareas del ama de casa, tediosas, agotadoras y rutinarias, llevaron a ir inventando aparatos para aliviarlas.

Hacia el 1800 se comenzaron a experimentar métodos para realizar el lavado y secado de la ropa.

Ya hacia el 1900 aparecieron las primeras lavadoras, que consistían en tinas que se llenaban de agua, y se accionaban mediante una manivela acoplada a una paleta central que removía la colada. Asimismo, en la década de 1920 se comenzaron a usar las escurridoras o secadoras a rodillos, también accionadas a manivela.

La llegada de la electricidad a todos los hogares, hizo que se comenzaran a fabricar máquinas de lavar que fueron desde los primeros lavarropas en los que el agua se cargaba y descargaba manualmente, y la ropa salía chorreante de agua, hasta los automáticos, digitales, de última tecnología y en que la ropas se extrae ya escurrida y preseca.

Hacia 1930 apareció la tina de lavar eléctrica, "Protos", que era un cilindro con tapa, bastante riesgoso. Dos o tres años después apareció un aparato similar, pero más perfeccionado y con cilindros acoplados: la "Toperator de Kenmore", diseñada por Henry Dreyfuss y comercializada por Sears, con mejor presentación.

En 1948 se fabricó la lavadora con escurridora manual Modelo 0307 de Hoover. Éste fue el primer producto que fabricó la sucursal británica de esta empresa. Entraba la ropa de toda una familia, y poseía una resistencia eléctrica que calentaba el agua, manteniéndola a temperatura constante.

Lejos han quedado las bateas y las tablas para refregar la ropa que usaron nuestras antecesoras.

LAVADORA DE ROPA (siglo XIX, Inglaterra y Francia)

Durante siglos, quienes viajaban por mar lavaban su ropa sucia manteniéndola en un saco de lona que se arrojaba por la borda para que el barco lo arrastrara horas y horas. El principio era indiscutible: hacer pasar agua a través de la ropa a fin de eliminar la suciedad. Las primeras lavadoras accionadas a mano trataron de aplicar el mismo principio incorporando un dispositivo semejante a un taburete invertido que encajaba en un depósito y presionaba la ropa, escurriendo el agua y permitiendo después que volviera a entrar más.

Tan numerosas fueron las invenciones destinadas a aliviar la dura tarea de la colada, que el origen de la lavadora es incierto, aunque se acepta en general que a principios del siglo XIX, en la Europa occidental, comenzaba a difundirse la práctica de meter la ropa en una caja de madera y hacer girar ésta con una manivela. Madres e hijas se turnaban, hora tras hora, para accionar la manivela.

El concepto del tambor rotativo llevó a las secadoras de la época. Una de ellas, inventada en Francia en 1800 por un tal Pochon, era conocida como el “ventilador”. Las ropas, escurridas a mano y todavía húmedas, se metían en un tambor metálico perforado, que se hacía girar con una manivela sobre un fuego. Según la intensidad de éste y la altura de las llamas, las ropas se secaban poco a poco o se quemaban, y siempre adquirían el aroma del combustible y a veces su hollín. Ninguna de estas máquinas secadoras aventajó nunca al tendedero.

Las primeras lavadoras eléctricas, en las que un motor hacía girar el bombo, aparecieron en Gran Bretaña y los Estados Unidos hacia 1915. Durante varios años, el motor no estuvo bien protegido bajo la máquina, y el agua penetraba a menudo en él causando cortocircuitos, incendios y calambres.

Anunciadas como “automáticas”, las primeras lavadoras no tenían nada de tales. Muchas se llenaban manualmente con cubos de agua y eran también vaciadas a mano. Las ropas se secaban chorreando, y el “ciclo” de lavado continuaba hasta que se desenchufaba la máquina. Hasta 1939 no aparecieron lavadoras verdaderamente automáticas, con mandos de tiempo, ciclos variables y niveles de agua prefijados. La liberación de una de las más antiguas tareas del hogar llegó tarde en la historia.

De: libro "Las cosas nuestras de cada día" de Charles Panati